Cómo elegir la leche de fórmula ideal

El período de lactancia es una etapa importante, no sólo para la madre, sino para el bebé. La leche materna contiene numerosos nutrientes que mejoran el sistema inmunológico de los más pequeños y, a largo plazo, su salud: previene alergias, reduce el riesgo de padecer obesidad, disminuye la posibilidad de sufrir problemas respiratorios… Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se recomienda que el bebé se alimente exclusivamente de leche materna durante los primeros seis meses.

Sin embargo, existe la opción de que, desde su nacimiento, la madre no pueda alimentar al bebé por diferentes motivos: cuestiones laborales, falta de producción de leche (hipogalactia), bebé prematuro que no haya desarrollado completamente su capacidad de succión, etc. Pero también puede ser que, pasados estos seis meses, la madre decida no continuar con la lactancia y busque una nueva forma de alimentar a su pequeño. En estos casos, juega un papel fundamental la leche de fórmula.

Para los que no tengan conocimientos previos, la leche de fórmula es una alternativa a la leche materna. Se trata de una preparación láctea, desarrollada por profesionales de la nutrición infantil, que cuenta con nutrientes similares a los de la leche materna, para garantizar el correcto desarrollo de los pequeños.

Hoy, te contamos todo lo que necesitas sobre la leche de fórmula para que puedas elegir la opción que mejor se adapte a las características y necesidades de tu pequeño.

¿Qué nutrientes contiene?

La leche de fórmula, como ya hemos comentado, contiene numerosos nutrientes que la asemejan a la leche materna. A continuación, te detallamos los principales:

Grasa

La leche de fórmula contiene diferentes aceites con el objetivo de asemejarse a la grasa que posee la leche materna (saturada, monoinsaturada y poliinsaturada). Entre estos aceites se encuentran el aceite de coco, maíz, soja o de girasol.

Aquí, hay que destacar que, cuantos menos aceites vegetales contenga y más grasa natural de la leche conserve, mejor será la leche de fórmula. Aquellas basadas en leche de vaca, por ejemplo, cuentan con más aceites vegetales que otro tipo, como las basadas en leche de cabra, que mantienen más del 55% de las grasas naturales (55%).

Proteínas

La leche de fórmula posee un contenido de proteínas parecido al de la leche materna. Hay algunas, incluso, que cuentan con un 100% de suero, lo que puede ofrecer ventajas para los bebés que sufren reflujo, ya que la cuajada es más suave y, por tanto, se digiere mejor. 

Carbohidratos

En la leche materna, la principal fuente de carbohidratos es la lactosa, al igual que en las leches de fórmula, seguida de la maltodextrina de maíz. Aquellas fórmulas que no contienen lactosa recurren, entre otros, a carbohidratos como el almidón de maíz modificado, la sucrosa o la ya mencionada maltodextrina de maíz.Vitaminas y minerales

Hasta que cumplan un año, los bebés deben consumir, al menos, 4 miligramos de hierro por cada litro de leche, con el fin de evitar la anemia, por lo que podemos recurrir a una leche de fórmula reforzada con hierro. La leche de fórmula, además, contiene vitaminas como la B y la C.

¿Qué leche de fórmula debería tomar mi bebé?

Para elegir una leche de fórmula, tenemos que tener en cuenta dos aspectos fundamentales: forma física y tipo:

Forma física

Podemos encontrar la leche de fórmula en tres formas, es decir, tres estados físicos en el que se presentan de cara a su consumo:

  • De consumo inmediato. Es la fórmula más recomendada, ya que viene lista para tomar, sin necesidad de mezclar o medir ingredientes. Si el pequeño ha nacido con un sistema inmunológico delicado o con poco peso, es la opción ideal. Una vez que la hayamos abierto, debemos consumirla antes de 48 horas para que se conserve en buen estado.
  • En polvo. Es la leche más económica y, además, tarda nueve meses en ponerse mala una vez la hemos abierto. Para prepararla, debemos leer con cuidado las instrucciones que nos indiquen en el envase. Como elemento clave, hay que destacar que podemos preparar la cantidad que deseemos cada vez que lo necesitemos. 
  • Concentrada. Con este tipo de leche, debemos mezclar agua y fórmula en partes iguales, por lo que debemos prestar especial atención a las instrucciones.

Tipos

Aunque la fórmula de leche de vaca es la más consumida a día de hoy, existen otros muchos tipos igual de interesantes para tu bebé. A continuación, te nombramos las principales:

  • Sin lactosa. Es perfecta para los bebés que padezcan intolerancia a la lactosa –azúcar con la que, de forma natural, cuenta la leche- o no puedan digerirla bien. En su lugar, esta fórmula cuenta con otro tipo de azúcar, como puede ser la miel de maíz.
  • A base de leche de cabra. La mayoría de fórmulas infantiles están hechas a base de leche de vaca, ya que su producción es mayor. En Capricare, contamos con la primera leche de continuación hecha a base de leche entera de cabra. Si te preguntas por qué es una muy buena opción, la respuesta es sencilla: entre sus muchas ventajas, es más parecida a la leche materna por el tipo de secreción lo que hace que contenga más bioactivos naturales, nucleótidos y demás nutrientes, es más digestiva lo cual reduce los cólicos y regurgitaciones, cuenta con un proceso de fabricación más natural conservando los nutrientes naturales de la leche y por el tipo de grasas reduce el estreñimiento ya que se absorbe mejor en la barriguita del bebé
  • Hidrolizada. La fórmula hidrolizada es adecuada para bebés que cuentan con alergias o tienen dificultad para absorber los nutrientes. En este tipo, se descomponen las proteínas en moléculas más pequeñas, por lo que se digieren con mayor facilidad.
  • Antirregurgitación. Se trata de una leche de fórmula más espesa, ideal para los bebés que sufran de reflujo gastroesofágico
  • Para bebés prematuros. Como comentábamos en el comienzo del post, es posible que la leche de fórmula sea una alternativa a la lactancia si el bebé nace de forma prematura. Esta fórmula contiene más calorías y proteínas de lo normal.
  • A base de soja. Es la fórmula ideal para los bebés que no puedan digerir bien las proteínas de la leche de vaca. A diferencia de ésta, contienen una proteína vegetal.