Riesgos del verano para el bebé

En verano, con el cambio drástico de temperaturas, nuestro bebé se expone a una serie de riesgos que, en otras épocas del año, no lo son. El número de horas de sol aumenta considerablemente, pasamos más tiempo al aire libre, hacemos más excursiones a la playa o al campo…

Ante esta situación, es importante que seamos conscientes de que el organismo de los peques no está tan desarrollado como el de los adultos, por lo que es imprescindible que hagamos todo cuando esté en nuestras manos para que nuestro bebé no sufra estos riesgos.

Hoy, os contamos cuáles son los riesgos del verano y qué podemos hacer para prevenirlos. ¡Tomad nota, que actuar a tiempo puede ser de gran ayuda para la salud del bebé!

bebé siesta, durmiendo, veranoLos nuevos horarios

Con la llegada del verano y, sobre todo, de las vacaciones, tendemos a realizar cambios en nuestra rutina: no madrugamos tanto, nos acostamos más tarde, no seguimos un horario fijo para comer… Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que, en sus primeros meses, los bebés comienzan a establecer sus propias rutinas, lo que es importante que éstas no se vean alteradas.

Por ello, es esencial que no modifiquemos las horas a las que comen o que les quitemos las siestas. Como una experiencia nueva, los niños necesitan su tiempo para asimilar las rutinas, por lo que cualquier cambio repentino puede suponer un problema.

Cambios drásticos de temperatura

En verano, especialmente cuando vayamos a la playa, nos exponemos durante mucho tiempo al sol y, para refrescarnos, nos metemos en el agua. Sin embargo, este remedio puede suponer, realmente, un problema. El cambio de temperaturas de forma tan drástica puede hacer que perdamos el conocimiento o nos dé un paro cardíaco; es lo que se conoce como “hidrocución”.

Para evitar este riesgo, es recomendable que antes de entrar de golpe en el agua, habituemos al cuerpo de forma paulatina. Lo ideal es que mojemos el cuerpo del bebé poco a poco para que, al entrar del todo en el agua, el cambio de temperaturas no sea tan fuerte.

Deshidratación

La deshidratación puede tener graves consecuencias en la salud del bebé, por lo que es esencial que, en épocas de calor, prestemos mucha atención al consumo de agua del bebé. Si estos están hidratados, tendrán más energía y su organismo funcionará mejor: articulaciones, tendones, células, eliminación de residuos…

Si nuestro bebé se alimenta con leche materna, ésta será suficiente, pero si ya no está en el período de lactancia, debemos ofrecerle agua, así como otros alimentos –si ya puede comerlos-: frutas, verduras, hortalizas, lácteos, etc. Estos le aportarán un alto nivel de agua en su cuerpo.

Golpe de calor

Si exponemos a nuestro bebé durante mucho tiempo al sol, las elevadas temperaturas pueden provocarle un golpe de calor, lo que se traduce en pérdidas de conciencia, calentamiento corporal (40ºC o más) o piel reseca. En caso de que a nuestro bebé le dé un golpe de calor, es importante que lo llevemos a un lugar fresco para poder hidratarlo. Y si esto no es suficiente, es muy importante que acudamos rápidamente a los servicios de urgencias.

En cualquier caso, lo mejor es prevenir este riesgo, por lo que debemos tener cuidado con la hidratación del bebé, así como alejarnos de zonas en las que el sol golpee con fuerza. ¡Mejor una zona más fresquita!

Asimismo, es recomendable que, si vamos a salir de casa durante mucho tiempo, lo hagamos a primera hora de la mañana o cuando ya esté atardeciendo. La razón es sencilla: en estos momentos del día, el calor y la intensidad del sol es mucho menor que al mediodía, por ejemplo.

Aquí, la ropa también juega un papel fundamental. Es importante que les compremos ropita fresca que facilite su sudoración; de lo contrario, podría tener problemas.

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Hay enfermedades que aparecen con más frecuencia en verano, cuando se dan las condiciones necesarias para que se desarrollen en nuestro organismo. Entre todas, destacan algunas como la otitis o la irritación de los ojos como consecuencia del contacto con el cloro de las piscinas.

También es posible que aparezcan hongos debido a la humedad. Por ello, es muy importante que, nada más salir del agua, sequemos al bebé con su toallita, prestando especial atención a los oídos y las zonas de pliegues de piel.

 La habitación

Es imprescindible que vigilemos la temperatura de la habitación, ya que el bebé pasará toda la noche en ella. Si la temperatura es muy alta, corremos el riesgo de que nuestro peque tenga problemas.

¿Cómo hacemos que la habitación esté fresca? Cada día, podemos ventilar la habitación media hora: 15 minutos nada más comenzar el día y otros 15 cuando ya esté anocheciendo. Además, es recomendable que las persianas estén bajadas al mediodía, cuando el sol golpea con más fuerza, para que la habitación no se caliente.