¿Cuáles son los riesgos más habituales en verano con los bebés?

Con la llegada del verano, debemos mantenernos bien protegidos ante la fuerte presencia del sol. A veces salimos airosos y, otras veces, no tanto. El buen tiempo, sin embargo, hace que permanezcamos más tiempo en el exterior, ya sea de paseo, yendo de viaje o a la playa… Y nuestro organismo puede sobrellevarlo. Pero el de los peques, no. Su sistema no está tan desarrollado como el nuestro, y como padres que somos, hay que estar bien atentos a que a nuestro hijo no se encuentre sometido a riesgos causados por la radiación solar ni el calor.

Por ello, os vamos a indicar en esta entrada cuáles son los problemas que pueden tener los bebés en verano si no actuamos a tiempo. ¡Mirad el lado bueno! Es mejor prevenir que curar, y sabréis actuar a tiempo en cada uno de estos casos.

 

Deshidratación

Uno de los problemas más comunes durante la época estival es la deshidratación. Y en bebés, la posibilidad de que ocurra, si no prestamos atención, es muy alta. Podemos saber cuándo se deshidratan cuando muestran los ojos y la fontanela hundidos, la boca reseca y el pulso rápido.

En estos casos, debemos administrarle agua o suero inmediatamente, para poder combatir contra los síntomas, y leche si se trata de un lactante. Igualmente, acudir un médico de urgencia nos puede ahorrar más problemas de la cuenta. Este examinará el nivel de gravedad y se encargará de pararlo.

 

Insolación y golpes de calor

Todos hemos vivido un momento de insolación, y no, no es nada agradable. Se produce cuando nos encontramos bajo la incidencia del sol durante mucho tiempo sin protección. Esto produce un fallo en el mecanismo de regulación de la temperatura: reaccionamos con malestar, jaquecas, mareos y vómitos en ocasiones.

Los golpes de calor ocurren de forma muy similar a la insolación, porque se produce por un desajuste térmico. El organismo no puede regularlo y los niveles de agua y sales minerales del cuerpo disminuyen drásticamente. Además de alcanzar temperaturas corporales de 39 a 40ºC, también puede producir taquicardias, bajadas de tensión, pulso acelerado y vómitos.

Si vuestro bebé sufre alguno de ellos, hay que llevarle a un lugar con sombra rápidamente. Entonces le tumbamos, le quitamos la ropa y le administramos agua no muy fría por todo el cuerpo, sobre todo por la nuca. En el peor de los casos, debemos acudir a urgencias.

 

Dermatitis

El sol también puede producir estragos en la piel. Y nuestros bebes deben estar bien protegidos de la incidencia de los rayos ultravioleta. La dermatitis ocurre en el momento de sobreexposición solar y pueden causar irritaciones cutáneas, rojeces e incluso erupciones.

Por ello, siempre hay que tener en cuenta la importancia del uso de cremas solares. A partir de los seis meses ya se las podremos aplicar: la primera capa antes de salir a casa, un cuarto de hora antes; las siguientes, cada dos horas. Si vais a la playa o la piscina, una protección solar resistente al agua, así como el uso de sombrillas y ropa de algodón, nos resolverá muchos problemas.

 

Otros riesgos en verano

Ya sabemos cuáles son los problemas más graves al estar sometidos a un día de calor abrasador. Pero es conveniente tener en cuenta otro tipo de complicaciones de menor importancia, con las que, aún así, debemos actuar cuanto antes:


● Otitis e irritación ocular:
Ocurre cuando el bebé toma un contacto accidental con el agua y este entra en la zona ocular y auditiva. Para ello, debemos aplicarle una limpieza cuidadosa con un paño. Y para prevenir en futuras ocasiones, tendremos que ir preparados para la hora del baño, con pequeñas gafas de sol o acuáticas o tapones para los oídos. Así mantendremos las mucosas secas e intactas.

● Diarrea: Puede producirse por una mala ingesta de la comida. El bebé expulsa heces acuosas de manera ininterrumpida. También puede producirse por beber agua en mal estado de manera accidental, ya sea de la piscina o del mar. Para frenarlo, debemos administrarle suero o agua de arroz. Si el problema persiste, debemos llevarle a urgencias.

● Hongos: La humedad impulsa la aparición de hongos, y si no nos secamos correctamente cuando nos bañamos o cuando sudamos, podemos acabar afectados. Se recomienda un uso de ropa fresca y transpirable. El algodón será la tela que nos salve un verano donde debemos estar al acecho. Y a la hora del secado, prestad especial atención en los pliegues de la piel.