Claves para ejercer una educación positiva a los más pequeños

Todos esperamos brindar una educación a nuestros hijos en base al cariño y el respeto. No obstante, en situaciones de presión difíciles de tratar, nos puede el instinto y reaccionamos de forma totalmente contraria.

La educación positiva es una forma de ofrecer al niño una actitud y procedimientos dignos para criarle en un entorno estable, con dulzura, pero, al mismo tiempo, con firmeza. ¿Os gustaría saber más acerca de esta corriente que inspira a millones de familias? ¡No os perdáis este artículo!

 

¿Qué es la educación positiva?

La llamada “disciplina positiva” es una corriente filosófica que se lleva perfeccionando desde los años 20. Esta ayuda a los padres a entender ciertas actitudes del niño que, de cara al público, son inadecuadas. Este método ayuda a corregirlas mediante un método de trabajo diferente a las enseñanzas que aplican cada familia.

Esta forma de educar es contraria a la conocida como “disciplina punitiva”, que determina un castigo por cada vez que el niño hace algo mal. De esta forma, el pequeño aceptará esta respuesta por miedo, sin saber realmente las razones por las que acaban castigados.

Con la educación positiva se pretende ayudar a los niños a sentir una conexión con su entorno y comunidad. Desde que tienen uso de conciencia, buscan sentirse vinculados y aceptados mediante comportamientos que contribuyan a una mejor forma de vida.

 

¿Cuáles son las claves de la disciplina positiva?

Durante prácticamente un siglo se han pulido los fundamentos de la disciplina positiva y, hasta la fecha, se han de destacar las siguientes afirmaciones:

● No se trabaja con castigos. Se huyen de las penalizaciones que pueden llegar a ser hirientes. En este caso, la clave de esta enseñanza es tratar al pequeño con amabilidad, pero, a la vez, con firmeza y entereza, evitando en el niño sentimientos como la culpa y la inseguridad.

● Tampoco se premia. Aunque sí que es cierto que se valora el esfuerzo y la constancia del niño, se ha de abogar por una educación más alentadora que alabadora. Debemos tener en cuenta sus caídas al mismo nivel que sus progresos, y felicitar la evolución.

● La disciplina positiva consiste en la búsqueda de soluciones. Claro está que hay que identificar antes el problema y no culpar directamente al niño, sino a la acción. Encontrar la mejor manera de lidiarlo es la clave fundamental en este tipo de educación, ofreciendo al pequeño herramientas para poner soluciones por sí mismo.

 

¿Qué consiguen los niños con esta disciplina?

A través de la disciplina positiva, los resultados se hacen notar tanto en los padres como en los pequeños. Sin embargo, nuestra mayor preocupación en estos momentos es ver una evolución en ellos.

Uno de los principales valores que adaptan es el respeto, a través de habilidades sociales con los que mantener un ambiente ideal tanto en clase como en familia. Además, se vuelven más responsables y toman decisiones maduras.

Y, más importante todavía, ellos se vuelven conscientes de que sus acciones valen. Con esta forma de educar a los niños, también fomentarán su curiosidad por descubrir de qué son capaces por cada paso dado por el camino.

 

Otros consejos

La disciplina positiva es otra forma respetable de enseñar a nuestros hijos a ser respetuosos con los demás y adoptar una postura madura en situaciones futuras importantes. ¿De qué otra forma podemos estimular de esta forma a nuestros pequeños? Tomad nota:

● Cuando hablemos de una mala acción, debemos explicarles el porqué. Es una respuesta automática que ellos buscan para que, a la próxima, se sientan más animados a obedecer, sabiendo la verdadera razón.

● Establecer normas y rutinas hará que el niño sea más disciplinado y ordenado. De esta forma, evitaremos que ellos no se dejen llevar por conductas y actitudes incorrectas.

● La labor de los padres por mostrar una actitud ejemplar sirve de mucho para que los más pequeños aprendan de lo que está bien y de lo que está mal. La clave para ser respetuosos y amables es ser su modelo de conducta y que, por tanto, ellos nos imiten.