LA IMPORTANCIA DE LA ACTIVIDAD FÍSICA EN EL BEBÉ

El desarrollo motriz es fundamental no sólo para el desarrollo físico sino también para el intelectual y el emocional. En esta primera etapa de la vida, el bebé desarrolla facultades necesarias que le facilitaran su vida adulta. Por ello, los pediatras recomiendan que los niños tengan actividad física desde la etapa de lactancia.

El desarrollo motriz depende de la oportunidad de moverse, de la práctica y de la calidad de los movimientos. Pero obviamente, en la primera etapa de los bebés, necesitan de nuestra ayuda para el desarrollo.

Lo ideal es confeccionar un programa de actividad física integrado en la vida diaria de los niños. Además, el compartirlo con sus padres supone un aliciente más para ellos y mejora el vínculo padres-hijos.

Según la edad, se debe adaptar la actividad física, teniendo en cuenta la etapa de desarrollo en la que nuestro bebé se encuentra. En este primer artículo abordaremos la actividad física del bebé durante su primer año, diferenciando por trimestres.

 

ACTIVIDAD FÍSICA DEL BEBE. DE 0 A 3 MESES

En esta primera etapa, deberemos encaminar la actividad al funcionamiento orgánico, activando los reflejos del recién nacido y potenciando, con movimientos pasivos, las funciones que no son capaces de desarrollar por limitaciones naturales.

Las actividades físicas a desarrollar son:

  • Paseos por la casa llevado en buena posición de visibilidad.
  • Movimientos asistidos (con nuestras manos), sobre piernas y brazos del bebé.
  • Ponerle objetos seguros en la mano para provocar su reflejo de prensión palmar.
  • Desde la posición tendido en el suelo, presentarle delante de la cara algún juguete que le llame la atención.
  • Provocación de movimientos de pataleo a la hora del baño y en los cambios de ropa.
  • Partiendo del reflejo de prensión, ponerle los pulgares del adulto en sus manos, para que los presione, a la vez que le elevamos ligeramente.

Para obtener buenos resultados, deberemos llevar a acabo algunas de estas actividades 4 veces al día con una duración de 3 minutos cada vez.

La valoración de esta primera etapa dependerá de si el bebé expresa su satisfacción o enfado ante las acciones que le hacemos. El bebé deberá levantar su cabeza y sentir curiosidad por las cosas que le rodean. En los movimientos asistidos manifestar satisfacción y responder con movimientos reflejos.

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ACTIVIDAD FÍSICA DEL BEBE. DE 3 A 6 MESES

En esta etapa haremos actividades que estimulen las funciones de los órganos, principalmente los relativos al control del equilibrio y a la percepción de los sentidos.

Las actividades físicas a desarrollar son:

Movimientos vestibulares (equilibrio).

  • Pasear por diversos lugares llevándole en brazos con buena visibilidad y efectuando regularmente cambios de postura. Presentarle las cosas que tenemos delante, hablarle de ellas.
  • Girar con él teniéndole en brazos.
  • Sentados o de pie con el bebé en brazos, en una posición horizontal, le subimos y bajamos como si rodara por nuestro pecho.
  • Desde la posición anterior, le balanceamos a izquierda y derecha.
  • Corremos suavemente con él en brazos.
  • Le cogemos por debajo de los brazos, cara a cara con nosotros. Le subimos y bajamos por encima de nuestra cabeza estableciendo con el bebé una relación de complicidad afectiva y de juego.
  • Tumbados en el suelo o en la cama, con el bebé sobre nuestro pecho sujeto con nuestros brazos, hacemos giros a izquierda y derecha desplazándonos cuidadosamente con él.

Coordinación dinámica general.

  • Movimientos asistidos (con nuestras manos), sobre las extremidades, aumentando la intensidad y ritmo aplicados en los primeros meses.
  • Provocación de movimientos de brazos y de pataleo a la hora del baño.
  • Ponerle en el suelo para que repte a la vez que nos ponemos junto a él en posición similar y colaboramos en su juego.

Manipulación.

  • Proporcionarle objetos de cierto tamaño para que los agarre y suelte.
  • Disponer cerca de él migas de pan para que las coja.
  • Acercarle objetos o alimentos pequeños que sean inofensivos.
  • Propiciar que coja cubos de unos cuatro centímetros de lado. Observar cómo los mira, cómo los suelta, cómo los maneja.

La valoración de esta etapa se basa en la observación de los movimientos del bebé. A los 6 meses el bebé puede estar sentado con el cuerpo erguido y reptar por suelos inclinados. Su flexibilidad debe permitirle llevarse el pie a la boca y coger y soltar objetos.

 

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 ACTIVIDAD FÍSICA DEL BEBE. DE 6 A 9 MESES

Continuando con el principio de la etapa anterior, estimular los órganos, los objetivos en esta etapa son lograr el equilibrio en las funciones básicas del bebé, una buena tonificación de los músculos de nuca-cuello-espalda, activar la manipulación de objetos y preparar la función del gateo (siguiente etapa).

Las actividades físicas a desarrollar son:

Movimientos de estimulación vestibular (equilibrio)

  • Realizar suaves carreras llevándole en brazos.
  • Cuando paseamos, le cantamos una canción a la vez que nos movemos con ritmos y pasos diferentes.
  • Sentados o de pie, tenemos al niño en brazos, en una posición horizontal. Le subimos y bajamos como si rodara por nuestro pecho.
  • Balanceos a izquierda y derecha, como si le columpiáramos.
  • Tomarle por el cuerpo y lanzarle al aire suavemente para recogerlo a la bajada.
  • Tumbados en el suelo o en la cama, con el niño sobre nuestro pecho, sujeto con nuestros brazos, hacemos giros a izquierda y derecha a la vez que llevamos al niño en los desplazamientos.
  • Bailaremos con él en brazos al son de la música.

  Coordinación dinámica general.

  • Los movimientos asistidos tienen menos efecto en esta edad, pero mantienen el efecto positivo de estimulación y unión afectiva.
  • Movimientos de brazos a la hora del baño. Permitir que el niño chapotee en el agua.
  • Activación de movimientos de pataleo y braceo a la hora del baño.
  • Ponerle en el suelo para que repte y gatee a la vez que nos ponemos junto a él en posición de gateo y colaboramos en su juego.
  • Ponerle un globo en las manos, quitárselo y volvérselo a dar.
  • Sobre un suelo limpio y cálido, cambiamos de posición a tumbado y sentado, para que el bebé repita los movimientos. Realizar estos movimientos varias veces y como si fuera un juego.

 Manipulación.

  • Proporcionarle un racimo de uvas para que intente desgranarlo.
  • Acercarle migas de pan para que las coja.
  • Intentar conseguir que pase objetos inofensivos de un recipiente a otro.
  • Intentar que coja dos cubos con sus manos.
  • Pasar un cubo de una mano a la otra.
  • Pasar páginas de un libro.
  • Aplaudir.

Como valoración de esta etapa, el bebé a los nueve meses puede estar de pie cogido de sus manos por un adulto, o apoyado en algo firme. Puede reptar con cierta facilidad. Está en el momento en el que puede gatear. Si no tiene impulso propio para el gateo se le puede inducir a ello. Deberá poder coger las cosas con las manos, soltarlas o lanzarlas voluntariamente. Puede utilizar el pulgar y el índice como una pinza para coger objetos a su alcance.

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ACTIVIDAD FÍSICA DEL BEBE. DE 9 A 12 MESES

Los objetivos en esta última etapa del primer año serán los mismos que en la anterior pero aumentando el grado de complejidad.

Activar el gateo y desarrollar la coordinación, conseguir el equilibrio de pie gracias al control neuromuscular de la cabeza-espalda-cintura-miembros inferiores.

Las actividades físicas a desarrollar son:

Movimientos de estimulación vestibular (equilibrio).

  • Lo paseamos sentado en nuestros hombros y agarrado de las manos.
  • Desde la posición anterior, bailamos al son de una canción
  • Cogido en brazos, hacemos giros con él provocando un suave efecto centrífugo.
  • Levantamos al niño por encima de la cabeza y hacemos como si lo lanzáramos suavemente hacia arriba.
  • Corremos con él llevándole en brazos, en los hombros, etc.
  • Corremos con él cuando lo llevamos en la silla de paseo.
  • Facilitamos las situaciones que favorezcan los intentos de equilibrio en bipedestación.

  Manipulación.

  • Poner a su alcance algún material que pueda manipular sin peligro de tragarlo.
  • Dar al niño objetos a la mano para que los coja, explore, suelte y lance.
  • Proporcionarle juguetes que pueda soltar, manipular o activar de forma manual. Irá descubriendo las posibilidades de actuación.
  • Colocar objetos según formas y tamaños.
  • Ya puede aplaudir cuando está sentado o de rodillas. Le cantamos canciones y acompañamos con palmas.
  • Ayudarle a descubrir posibilidades nuevas en el manejo de objetos cotidianos.

Coordinación dinámica general.

  • El gateo lo hacemos en el pasillo de casa. Ponemos un juguete y le acompañamos para que vaya hacia él. Procuramos que gatee cuatro minutos con paradas incluidas.
  • Al llegar a los diez meses, facilitarle mobiliario de agarre para que pueda ponerse en pie y adoptar poco a poco la posición de bipedestación.
  • Cogerle de las manos y mantenerlo de pie. Él hará movimientos como si fuera a realizar pequeños saltos.
  • No privarle de nuevos movimientos, aunque sean sencillos, ni pensar que es pronto para que haga determinados movimientos.
  • Provocarle movimientos de pataleo y chapoteo en el baño.
  • Son interesantes a esta edad la adaptación al agua y los movimientos en la piscina.
  • Sentados en el suelo le damos objetos, como pelotas pequeñas para que las lance.
  • El gateo es el movimiento de esta etapa y de gran repercusión para su desarrollo neurológico.

La valoración de esta etapa se basa en observación de sus movimientos. A los doce meses el bebé debe gatear con soltura, puede mantenerse en pie con o sin ayuda, puede caminar apoyado en sillas o muebles y puede caminar sin ayuda (no todos los bebés tienen porque caminar a los doce meses). Debemos observar cómo disfruta cuando realizamos las actividades de forma que lo considere como un juego. Además, el bebé podrá coger y lanzar objetos con las manos de forma voluntaria.

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A modo de resumen, en la etapa de lactantes, la actividad física se basa en favorecer de forma progresiva la sedestación (sentarse de forma autónoma) y la bipedestación, en realizar movimientos y ejercicios de equilibrio pasivos coordinados por un adulto (principalmente los padres para aumentar el vínculo afectivo), en explorar su entorno y en la manipulación de objetos.

Fuente e imágenes: Estudio La Actividad física del niño. Instituto Navarro de Deporte y Juventud